¿El regreso de la izquierda?
Gabriel Guerra Castellanos
14 Ago. 07
Dos destacadas publicaciones europeas se ocupan del posible resurgimiento de la izquierda: una de ellas lo aventura en EEUU, mientras que la otra hace lo propio en Alemania.
El londinense The Economist le dedica su más reciente portada al posible o probable viraje estadounidense hacia la izquierda, con un provocador encabezado que se pregunta si "América" (léase EEUU) está girando en esa dirección.
Por su parte, en una coincidencia que tal vez sea casualidad, el igualmente prestigiado semanario alemán Die Zeit afirma, sin interrogantes, que Alemania se está recorriendo hacia la izquierda.
Como casi todos saben (y quien no lo sepa puede consultar mi diccionario de cabecera, el de Política, de Norberto Bobbio), el término izquierda proviene del acomodo que se daban las fuerzas políticas en las asambleas de la Revolución Francesa, en las que los conservadores se sentaban a la derecha, vistos desde la presidencia, mientras que las fuerzas progresistas lo hacían del lado opuesto.
La revista inglesa basa el título de su portada en los múltiples descalabros que han acompañado la gestión de George W. Bush y hace un diagnóstico radiográfico de la manera en que el presidente estadounidense y su camarilla han logrado justo lo contrario de lo que se proponían al inicio de su mandato.
Hoy, de acuerdo con el editorial, la mayoría de los estadounidenses desea "urgentemente" un cambio de dirección política. Apenas hace seis años, diría yo, todo indicaba que Bush y su hoy renunciado súper-asesor Karl Rove, le pondrían un candado a la Casa Blanca con el letrero "Reservado para Republicanos, Conservadores de buena cepa..."
En el análisis de The Economist se subraya que buena parte de la responsabilidad por el transformado ambiente en EEUU recae no sólo sobre Bush y su equipo, sino también, y de manera destacada, sobre los hombros de la derecha más radical que no supo detener a tiempo sus afanes y que terminó saturando y asustando a la opinión pública estadounidense con su incansable y radical agenda de transformación social. El resultado neto es que hoy muchos ciudadanos de EEUU quisieran ver al gobierno menos metido en las vidas privadas de las personas y sí, en cambio, más activo en programas sociales.
El artículo cita varias encuestas, principalmente del Pew Research Center, para documentar este viraje, tanto en temas específicos como el de mayor apoyo a los necesitados como en filias y fobias partidistas, en donde se aprecia un marcado descenso en las preferencias republicanas. De hecho, más que cantar las alabanzas de los Demócratas The Economist se concentra en las fallas de los Republicanos para explicar lo que ha sucedido o está por suceder en EEUU.
Por su parte, Die Zeit se ocupa directamente de la manera en que han cambiado los puntos de referencia de la sociedad y de la ciudadanía alemanas, y de cómo en los últimos tiempos se forma una suerte de consenso, o por lo menos de acuerdo, en torno a cuestiones que tal vez en el pasado eran muy claramente dominios de las derechas o las izquierdas.
Apoyándose en una encuesta encargada ex profeso a la respetada casa Emnid sobre este asunto, Die Zeit nos muestra que para ser un país gobernado por una coalición encabezada por conservadores, Alemania tiene un corazón que late firme y fuerte del lado izquierdo.
Van algunos botones de muestra de la encuesta de Emnid que seguramente sorprendieron hasta a los aludidos: en 1981 apenas un 17% de los encuestados se consideraba "de izquierda": hoy lo hace el doble, un 34%. Por el contrario, si hace 26 años el 38% de los encuestados se catalogaba "de derecha", hoy apenas lo hace un minúsculo 11%.
Más de dos terceras partes de los encuestados se pronuncian a favor de salarios mínimos; mientras que una proporción similar opina que el Estado debe hacerse cargo de transportes ferroviarios, telecomunicaciones y suministros de energía. Un abrumador 72% piensa que el gobierno "hace demasiado poco" en materia de justicia social y el 74% sostiene que el Estado debería involucrarse más en la atención de los niños menores de tres años.
Las cifras se vuelven todavía más interesantes cuando se desglosan de acuerdo a las preferencias partidistas, pues ahí es donde vemos -por solo citar un par de ejemplos- que una cuarta parte de los simpatizantes de la Democracia Cristiana se consideran a si mismos "de izquierda", mientras que el 43% de los simpatizantes del "neoliberal" Partido Liberal Demócrata está en contra de las privatizaciones de los sectores económicos arriba mencionados.
La reflexión a que nos lleva Die Zeit no es para nada la del triunfalismo de las izquierdas, para nada, sino la manera en la que hoy -en marcado contraste con los sesentas y setentas- ser "de izquierda" en Alemania representa más una reacción de inseguridad y nostalgia ante los acelerados cambios de la economía y la sociedad modernas. No es ésta la visión transformadora ni mucho menos la revolucionaria; en una paradoja de la modernidad, hoy las izquierdas europeas parecieran ser más conservadoras, más chapadas a la antigua, más sentimentales...
Hemos hablado abundantemente, sobre todo desde hace un par de años, del resurgimiento de la izquierda latinoamericana, ejemplificada para muchos por Hugo Chávez y por Lula Da Silva y por la camada de neosocialistas que han triunfado recientemente en lo electoral. Le hemos dedicado menos tiempo a reflexionar acerca del tipo de izquierdas que representan y de lo que realmente buscan para sus respectivos países.
Sería una buena idea voltear a ver lo que otros, más avanzados políticamente, opinan de sí mismos y de sus giros, para poder apreciar mejor las contradicciones que hoy implica el catalogar con "izquierdas" y con "derechas" a quienes evidentemente se han tornado hoy más conservadores, más tímidos, más reaccionarios -en el sentido de buscar restablecer lo perdido, de oponerse a lo innovador- independientemente de sus etiquetas.
Tal vez descubramos que la añoranza es la nueva ideología en boga.
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