La encrucijada del PRD
Alberto Aziz Nassit
5-2-08
Ha empezado la campaña dentro del PRD para elegir a su dirigencia nacional. Un mes y medio será el trayecto durante el cual los perredistas de todo el país tendrán que decidir por quién de los cuatro candidatos registrados van a votar el próximo 16 de marzo: Jesús Ortega, Alejandro Encinas, Alfonso Ramírez Cuéllar y Camilo Valenzuela.
Esta elección tiene una característica particular: define el futuro próximo de ese partido, lo cual significa en este momento, su viabilidad como partido, su estrategia legislativa inmediata y la elección intermedia del 2009. Sin embargo, no todo apunta hacia delante, también quedan las herencias que dejó el 2006. Un reto mayor es saber si el PRD podrá seguir siendo el paraguas de fracciones, grupos y tribus que a veces apuntan en direcciones diferentes. Las tensiones a las que está sometido el PRD tienen que ver con un conjunto de piezas difíciles de ensamblar: la dinámica entre el Frente Amplio Progresista y el PRD; la relación del partido con la Convención Nacional Democrática; la línea de mando entre López Obrador (AMLO), su gobierno legítimo, el partido y los legisladores. En este rompecabezas hay diferencias para determinar cuál es la ruta para tomar las decisiones; si la dirigencia impone sus proyectos, o si existen espacios de negociación con los diferentes grupos y corrientes internas.
Lo que se ha visto en los últimos meses es una cuerda que cada día se ha estirado más entre dos posiciones, precisamente las que representan los dos candidatos con mayores posibilidades de ganar en marzo, Jesús Ortega, cabeza de los llamados Chuchos y de la corriente Nueva Izquierda, y Alejandro Encinas, el candidato afín a López Obrador y a las corrientes dominantes en el DF como Izquierda Democrática, fundada por el polémico René Bejarano.
El PRD no ha resuelto cómo tiene que ser la relación con el actual gobierno federal, y esa tensión le genera diferencias y pugnas. Hemos visto las constantes descalificaciones que hay entre algunos de los voceros de grupo AMLO y los líderes de Nueva Izquierda, cuya figura más polémica ha sido precisamente Ruth Zavaleta, actual presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Este conflicto es una herencia del 2006. Hasta el momento no ha habido rupturas, sino expresiones y descalificaciones, que dejan ver las diferencias que prevalecen entre las partes más negociadoras y las más radicales de ese partido.
Preparar las reformas que vienen significa establecer definiciones básicas en materia de reforma energética. El PRD tendrá que explicar su proyecto sobre Pemex y la industria eléctrica, decidir si votará en contra de un posible proyecto consensado entre PRI y PAN; si apoyará cambios constitucionales en materia de inversiones. Una parte del PRD, con López Obrador al frente, está en una posición de no aceptar por ningún motivo la inversión privada y los cambios a la Constitución. ¿Es posición general? Hasta el momento no ha habido otra postura interna distinta. El problema es que tampoco se pueden quedar las cosas como están en materia energética.
En diciembre pasado los diputados del PRD se dividieron al momento de aprobar el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), porque López Obrador expresó una posición contraria al final, a pesar de que los legisladores de ese partido participaron activamente e incluso ganaron temas sustantivos de su agenda en esa reforma electoral.
Por el momento, las elecciones intermedias del 2009 son el tema menos importante del perredismo, no porque no sea apremiante su preparación, sino porque éstas dependen de un listado de problemas estructurales que tendrá que enfrentar la próxima dirección nacional de este partido. Se trata de una autocrítica que hizo la corriente Nueva Izquierda en agosto del 2007 antes del X Congreso Nacional: problemas como ausencia de institucionalidad; falta de organización electoral; desvinculación de movimientos sociales y grupos de intelectuales; falta de controles partidarios sobre los gobiernos y legisladores perredistas; falta de formación y estímulos a la militancia; impunidad ante la violación a normas internas. ¿Qué implica este nudo de problemas en la elección del próximo 16 de marzo? Para decirlo de forma rápida, el PRD transitará por un intenso y competido proceso de elecciones internas con varios déficits estructurales.
En otras elecciones internas, incluso en momentos menos polarizados, el PRD ha tenido problemas de fraude y violación de las normas, faltas que han quedado en la impunidad. Si en esta elección se diera un resultado conflictivo y fraudulento —como los que ha tenido en otras elecciones— el PRD sufriría un golpe decisivo. En otras palabras, la perspectiva para enfrentar los problemas estructurales señalados necesita atravesar por un proceso interno limpio y legítimo. Como sucede con procesos muy competidos, puede haber un resultado muy cerrado, por lo cual se necesita que haya mucha limpieza. Cada líder y cada aspirante tendrán que impedir la posibilidad de cometer irregularidades. Una buena solución interna podría posicionar al PRD para llegar al 2009 en mejores condiciones, esa sería la salida optimista.
Por el contrario, si las elecciones terminan con importantes impugnaciones, con un ganador cuestionado, el PRD estará expuesto a fracturas que siempre debilitan. En este escenario crecería la tensión interna y se profundizaría la división que hoy existe entre “negociadores” y “radicales”. Para un partido que ha denunciado fraude en 2006, sería terrible que no pudiera hacer un proceso interno limpio; perdería mucha autoridad moral y política. En estos momentos ya se han hechos denuncias sobre el uso de recursos del gobierno del DF en la campaña de Encinas. De igual forma, en el lado contrario se han hecho críticas en contra de las corrientes.
La elección interna del PRD es sólo un momento importante, un paso que necesita una solución adecuada en términos de legitimidad y limpieza. Quizá en otro momento esta elección no tendría mayor importancia que elegir una dirección nacional, pero el momento actual, la herencia del 2006 y el futuro inmediato, hacen de estos comicios un proceso crítico. Veremos qué hace el PRD frente a su encrucijada…
Publicado en el Universal
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