PRD: tiempo de definiciones |
Alejandro Encinas Rodríguez |
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A 18 años de su fundación, el PRD se encamina a celebrar su X Congreso Nacional. Qué esperar de este congreso que pondrá a prueba la capacidad de los grupos que lo conforman para construir un nuevo arreglo institucional para mantener su unidad e identidad política, así como el nivel de madurez alcanzado en este instituto político, que ha pasado de ser un partido contestatario a asumir responsabilidades de gobierno y niveles de representación y competitividad electoral sin precedentes para la izquierda mexicana. Un tema nodal consiste en definir las bases que sustentarán el nuevo perfil partidario que permita diversificar su actividad política y retomar la iniciativa en el despliegue de acciones en el conjunto de la sociedad y en distintos frentes gremiales, para desde ahí capitalizar los avances alcanzados y refundar una organización de izquierda capaz de conducir los destinos del país. Refundar al PRD significa recuperar el espíritu democrático que le dio origen. Esto representa poner en juego todas sus capacidades y fuerza para lograr una transformación radical de las instituciones que sustentan al actual régimen. Hasta ahora, se perfilan dos escenarios: uno, en el que como lo propone su convocatoria, el partido avance en la discusión de su línea política, principios, programa y estatutos; o bien, que dicho evento se constituya en una medición de fuerzas entre las distintas corrientes políticas en vísperas de la renovación de su dirigencia nacional. El primer escenario implica no solamente que los trabajos preparatorios abran al conjunto del partido -como hace tiempo no sucede- un debate real sobre los cambios que requieren su línea política y su vida interna, sino, además, que los órganos de dirección del partido definan que tipo de congreso se pretende celebrar y cuáles son los acuerdos básicos que se espera alcanzar. Situación que se antoja difícil pues a cuatro meses de su realización no se ve una discusión organizada -salvo algunas iniciativas de las direcciones del DF y otras entidades- y los esfuerzos partidarios se han orientado de nuevo a fortalecer las corrientes internas mediante las tareas de afiliación o en el mejor de los casos a la discusión de sus posicionamientos particulares, lo cual en sí mismo no es de lamentar, sino que suplanta de nueva cuenta el papel que debería cumplir la dirección partidaria. Por ello, es urgente que el PRD inicie una reflexión sobre los aspectos que le den unidad y cohesión, y definir con claridad cómo transitar de los liderazgos fuertes que lo han acompañado, hacia nuevas formas de dirección que fortalezcan su vida institucional y puedan convivir y hacer contrapeso a estos liderazgos y a auténticas corrientes políticas que enriquezcan el debate partidario, y al mismo tiempo apuntale la conformación del Frente Amplio y una política de alianzas que acerque al partido a otras expresiones de la izquierda y a diversos sectores de la sociedad. El PRD tiene la oportunidad de dar un paso más allá de sus actuales prácticas políticas para garantizar su desarrollo y estabilidad. Ello requiere reconocer que se ha cumplido un ciclo y que es necesario impulsar un proceso de cambios que por un lado desarticule los mecanismos que conculcan su democracia interna y, por otro, construya una visión más allá de la burocracia partidaria que lo prepare para capitalizar la fuerza política alcanzada. Craso error sería hacer del X Congreso Nacional una arena de medición de fuerzas, poniendo en el centro la disputa por la presidencia del partido. Ello haría perder una oportunidad para llevar a cabo las transformaciones necesarias y vulneraría aún más su precaria vida institucional y su unidad interna. Llegará el momento de elegir la nueva dirección política, donde el reto será lograr un proceso en el que participe en condiciones de equidad el conjunto de la militancia y construir una mayoría fuerte e incluyente que, reconociendo la diversidad del partido, le dé conducción. El asunto no es debatir quién va a llegar a la dirección del partido, sino qué tipo de partido se requiere y a dónde queremos que se dirija. Publicado en el Universal |
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19 jul 2008
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