...... esta crisis están aportando varios elementos, tales como una legislación estatutaria obsoleta, inadecuada para un partido de millones de afiliados; una normatividad electoral interna rudimentaria e inconexa; la existencia de una presidencia nacional, direcciones estatales y municipales débiles. En la mayoría de los casos, sin autoridad, aisladas de los militantes y alejadas de la institucionalidad partidaria; un estatuto que, por ausencia de voluntad, no se aplica o, aun con ella, en no pocos casos, imposible de aplicar (por ejemplo: todos los afiliados deben “militar” en un comité de base). La existencia de corrientes políticas internas que, en no pocas ocasiones, se sobreponen a la institucionalidad partidaria y que, además, están insuficientemente reglamentadas; la ausencia de acciones y de espacios para la educación y la formación políticas de los afiliados; el alejamiento de muchos compañeros de los principios éticos del partido y el soslayo, entre los funcionarios y representantes electos, de la aplicación de nuestro programa. Todo esto es cierto y seguramente existirán otras causas igual de importantes.
Pero por sobre todas las anteriores y sin el ánimo de menospreciar alguna de éstas, existe otra causa fundamental de la crisis del PRD, misma que a diario se observa, que se palpa, que se sabe de su existencia, pero que por diversas razones se elude y se esquiva su pleno reconocimiento. La causa fundamental de la crisis del PRD son las profundas diferencias existentes entre los principales dirigentes, sobre el tipo de organización que debe ser nuestro partido, sobre su estrategia y sobre el tipo de izquierda que el país necesita.
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