Derecha e izquierda
Ezra Shabot
12 Dic. 08
12 Dic. 08
La geometría política define a la izquierda y a la derecha en función de su prioridad programática. Para la izquierda el principio de justicia social, igualdad y protección estatal para los desposeídos, se sobrepone a cualquier otra consideración política o económica, mientras que la derecha establece como postulado básico la libre generación de riqueza como condición indispensable para el bienestar de la sociedad en su conjunto. Entre una y otra postura existen matices que intentan conciliar ambas posturas. En el terreno social, la derecha reivindica el individualismo como valor fundamental, recubierto de solidaridad social como freno a los excesos del egoísmo humano.
Por supuesto que a lo largo de la historia estos conceptos han sufrido modificaciones importantes a partir de los cambios propios del desarrollo de las sociedades. La idea del cambio y la transformación social como parte del discurso de izquierda, frente al conservadurismo e inamovilidad de la derecha, se ha modificado en función del fracaso del concepto "revolución", que fue desechado tras la desaparición del socialismo soviético. La búsqueda del centro político como posición mayoritaria en sociedades democráticas obligó a izquierdas y derechas a buscar puntos de consenso capaces de resolver la contradicción entre crecimiento económico y justa distribución de la riqueza.
Una vez superadas las experiencias autoritarias, los modelos democráticos consiguen estabilizarse y las fórmulas para garantizar el desarrollo y superar la pobreza se debaten constantemente. Libre mercado contra Estado interventor sigue siendo motivo de confrontación, principalmente en un momento de crisis donde la necesidad de fijar límites a una u otra postura se vuelve indispensable. El intervencionismo estatal, que durante largo tiempo fue una posición de izquierda para controlar los abusos y excesos de los tiburones del libre mercado, es hoy, en medio de una crisis económica global, una necesidad de todos incluyendo al conservadurismo republicano en Estados Unidos.
En este escenario, las posiciones extremistas de uno y otro lado tienen pocas posibilidades de prosperar. El electorado medio reacciona con temor y escepticismo a propuestas agresivas que suponen tener la solución inmediata a problemas complejos, y confía más en la moderación de aquellos que reconocen las limitaciones propias de su proyecto de gobierno. Es esta realidad la que provoca una cercanía política entre los tres partidos políticos nacionales (PRI, PAN y PRD), quienes en la búsqueda del centro político que les proporcione votos en la próxima elección son capaces de superar diferencias y llegar a acuerdos que, aunque limitados, acercan notablemente las posiciones de izquierda y derecha.
Lo que más daña a los partidos en su objetivo de ganar elecciones es la presencia de los extremos políticos. El apoyo que éstos pueden proporcionar por el número de miembros que movilizan se reduce en términos reales por la cantidad de votos que se pierden ante el temor que generan sus liderazgos y propuestas. La izquierda extrema en el PRD, aglutinada en torno a López Obrador y que representa un porcentaje significativo del voto duro perredista, provoca el alejamiento de millones de votantes cuya simpatía con el partido no incluye a los llamados movimientos populares de resistencia pacífica.
La necesidad de refundar el partido por iniciativa de Jesús Ortega parte del principio según el cual el grupo lopezobradorista los aleja del centro político, y con ello de una posible victoria electoral. Su discurso de toma de posesión y la presencia de invitados como el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Armando Paredes, envían el mensaje claro de que la izquierda no puede alcanzar el poder si no encuentra formas de conciliación entre la generación de riqueza y la redistribución de la misma. La izquierda excluyente es finalmente un movimiento marginal que tiene una oportunidad únicamente cuando la democracia se derrumba ante la ineficacia e irresponsabilidad de los políticos.
Para el Partido Acción Nacional, los Espino y otros grupos de la ultraderecha reproducen el mismo estigma de la extrema izquierda. Propuestas excluyentes y sin posibilidad alguna de conciliarlas en el marco de la pluralidad política provocan el rechazo del grueso del electorado que tiene en sus manos la decisión sobre quien debe gobernar al país. Ganar el centro es ganar la elección, mientras que someterse al extremismo es apostar por la derrota.
Publicado en Reforma
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