La semana pasada quedó definida la escisión de la izquierda. De un lado el PRD en manos de la corriente de Jesús Ortega, separada ya del liderato de López Obrador. Del otro lado el Frente Amplio Progresista (FAP), con Convergencia y el Partido del Trabajo, alineados con la causa y la candidatura de López Obrador.
De las consecuencias electorales de esta escisión hubo ya un aviso en las elecciones municipales de Acapulco, donde el llamado FAP no pudo tener un candidato común. Convergencia y PT tuvieron uno, el PRD tuvo otro. Ambos sumaron más de 50% de los votos, pero la cifra de cada uno no alcanzó para derrotar al candidato del PRI, que se llevó la alcaldía.
Muy desdichada será la aventura electoral de la izquierda si esto se repite en 2009.
De por sí es clara la pérdida de intención de voto para el PRD y para la izquierda luego de estos años de destrucción del propio capital político. Las encuestas recientes indican un regreso del PRD a cifras de 15-17% en las preferencias del voto, luego del 35% alcanzado en 2006.
Las cifras de Convergencia y el PT no son significativas, pero lo serán si, como en el caso de Guerrero, construyen su estrategia electoral para competir con el PRD, exacerbar las escisiones internas de este partido y trasladar a la nueva casa de López Obrador los seguidores que éste conserva en el PRD.
Si el apoyo de López Obrador y sus seguidores fortalece a Convergencia y al PT, debilitará al PRD, pues de ningún otro sitio podrá trasvasar votantes y militantes.
Podríamos estar en el inicio de una nueva batalla histórica de la izquierda para lograr el empobrecimiento de todos sus grupos.
Así las cosas, el 15-17% de intención del voto para el PRD podría caer por un aumento de sufragios para el FAP, de modo que el PRD se quedará en 2009 con 10-11% de los votos y el FAP con 5-6%.
No habrían hecho sino devolver a la izquierda al papel de tercera fuerza disminuida, frente a los dos partidos grandes que se disputan realmente el poder, el PRI y el PAN.
Otro asunto será la elección presidencial, donde los candidatos tienen peso propio. La escisión se anuncia ya también en ese frente. El PRD de Jesús Ortega parece ahora abierto a Marcelo Ebrard, mientras que el FAP pretende cosechar votaciones históricas repitiendo a López Obrador.
De la izquierda que tenía, otra vez me quedan dos.
Coda: El mayor responsable de una división es el que la encabeza, a menudo el único que puede evitarla.
Publicado en Milenio
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