7 feb 2009

¿Pegarle a Dios?

¿Pegarle a Dios?
7 Febrero 09

Un conocido perredista me platicaba acerca de las razones por las que su partido se hará de la vista gorda respecto de la flagrante violación de Andrés Manuel López Obrador a los estatutos de su partido, lo que sinceramente me dejó estupefacto.

Con una candidez grosera, me contaba que aun cuando es evidente que el tabasqueño pisotea a placer las reglas partidistas, en las que se establece con absoluta claridad que ningún militante puede hacer proselitismo en favor de candidatos de otros partidos, so pena de ser expulsado, López Obrador no será sancionado.

Y quiero aclarar que esto no tiene que ver (como lo piensan algunos de mis amables lectores, que con gran entusiasmo y no pocas veces con la gran inventiva verbal que envidiaría un carretonero) con su creencia de que formó parte de una maquiavélica corriente antipejista.

Francamente me quedé perplejo ante la facilidad con la que se puede faltar al respeto a un proyecto político cuando se es dirigente o se tiene poder e influencia en las estructuras partidistas.

Y me refiero con mayor ahínco a quienes, por derecho y obligación, deberían hacer cumplir esa reglamentación y lograr que todos, independientemente de quien se trate, paguen las consecuencias de sus actos.

Y es que mi amigo perredista, muy quitado de la pena, me explicaba, con una cierta dosis de orgullo, que ya hay un acuerdo entre esa cúpula dirigente, encabezada por Jesús Ortega, y el tabasqueño, que dejará satisfechos a todos (¿?).

Ese acuerdo consiste en que el PRD le permitirá apoyar a los candidatos de PT y de Convergencia en todo el país, salvo en el Distrito Federal y Tabasco, donde tendrá la obligación de manifestar su apoyo a favor de los perredistas.

Además, como parte de ese acuerdo cumbre (¿?), se estableció que su presencia en favor de esos dos partidos, se limitará a participar en spots, pero que de ninguna forma se dejará ver en sus mítines de campaña.

La raquítica justificación del perredismo es que López Obrador es dirigente de un movimiento social apoyado por tres partidos y, por lo tanto, está en plena libertad de actuar como mejor le venga en gana.

Y en caso, como seguramente ocurrirá, de que algún militante mal informado presente una queja contra el tabasqueño en la Comisión de Garantías por esta aberrante violación estatutaria, entonces me contaba mi parlanchín amigo, será olímpicamente ignorada.

¿Y todo por qué? Pues porque los perredistas tienen culpas, pues ellos fueron los principales impulsores de la conocida cláusula de vida eterna, que imposibilita a los partidos chiquitos a aliarse para mantener sus registros.

“Si cavamos la tumba, no queremos ser los sepultureros”, me aseguraba y para rematar su brillante arenga con su singular candidez me dijo: “El voto del Peje será para el PRD y además… ¡donde se ha visto que se pueda pegarle a Dios!”

¡Vaya caradura!

Publicado en Milenio

No hay comentarios:

En defensa del Estado Laico y la diversidad social

Enrique Krauze. La izquierda mexicana