23 mar 2009

La vergüenza que da ser de izquierda…

La vergüenza que da ser de izquierda...

Juan P. Becerra-Acosta

23-03-09

Hace cerca de 27 años tuve la fortuna de presenciar la llegada al poder de la izquierda en España. Ocurrió el 28 de octubre de 1982. Yo tenía 19 años y vivía en una sobria residencia de estudiantes en Madrid, donde apenas llevaba siete meses de haber iniciado este cotidiano y permanente aprendizaje que es el periodismo.

Ese otoño madrileño me marcó, me tatuó para siempre. Mis compañeros de la residencia, todos provenientes de diferentes regiones españolas (yo era el único extranjero ahí), se volcaron a las calles a festejar, junto a miles de sus compatriotas. Entre caña y caña, entre porro y porro, la euforia juvenil de aquella madrugada tibia me estremeció hasta el tuétano: era un gran orgullo ser de izquierda. Así, libremente, legalmente, sin miedo, sin clandestinidad, sin pudor alguno, se gritaba, se cantaba, se bailaba, se exhibía que uno era de “izquierdas”.

¡Qué envidia democrática me daban! “¿Y vosotros, en México?”, me preguntaban. Qué respondía, sonrojado: “En las elecciones de 1976 que organizó el partido de Estado el único candidato fue el actual Presidente. La izquierda estaba proscrita”.

Casi tres décadas después, me dice un querido amigo mexicano: “¿Qué tenemos hoy quienes aspiramos a una política solidaria, progresista, liberal, moderna, socialdemócrata? ¡La mierda del PRD! ¡Nos han manchado a quienes pensamos y sentimos a la izquierda! ¡Han perfeccionado todos los chanchullos del PRI! ¡¿Cómo se atreven, reaccionarios, a ostentarse como gente de izquierda con su arcaísmo, su clientelismo, su corporativismo, su corrupción, su caudillismo, enanos intelectuales y políticos?! ¡Míralos otra vez, con sus fraudes, ahora en el DF!”

Mi amigo estaba enfurecido porque habíamos acudido a una cena-fiesta y un grupo de mujeres, divertidísimas, lo devoró… por ser de izquierda. No perredista, porque nunca lo ha sido ni lo será. De izquierda. ¿Por qué? Porque esas mujeres, algunas informadas y cultas, otras no, todas de derecha —panistas y priistas— habían decidido, con gran tino jodedor, que el sinónimo de izquierda esa noche sería… ¡perredista! Y lo decían, a carcajadas, como un amigable insulto entre gente que se lleva pesado: “Perredista”. Hombre de izquierda, igual a corrupto, fraudulento, anacrónico, caníbal, destructivo, infecto, vergonzoso. Perredista…

Mi amigo, ya para el amanecer, yacía jodido: “Pobres de nosotros, los de izquierda: qué partida de madre histórica nos pusieron, no los priistas y panistas, sino los pinches perredistas. Y lo peor es que esta vergüenza ya es para siempre”.

Pues sí. Miserables…

Publicado en Milenio

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como esta la izquierda en España??? Igual, no hay mayor diferenceia, todo se esta llendo a la mierda, a lomejor hay que despertar de ese sueño.

En defensa del Estado Laico y la diversidad social

Enrique Krauze. La izquierda mexicana