17 jul 2009

Izquierda en crisis

Izquierda en crisis

Pablo Gómez

17-07-09

La izquierda electoral o parlamentaria está en crisis. Hablamos de una quinta parte de los electores habituales del país, cuyos dirigentes no han demostrado estar a la altura de una fuerza política y cultural de gran importancia histórica en México. La crisis no se ha ubicado en el plano del programa, sino en el de la línea política, la propuesta concreta, la cual no asoma en la conducta y la proclama.

Toda línea política parte de definir las tareas del momento y la actitud hacia las fuerzas políticas adversarias. Durante la campaña electoral escuchamos dos discursos principales. La dirección oficial del partido trató vanamente de presentar una nueva imagen sin peleas internas y escándalos, pero no articuló un planteamiento político frente a los grandes temas de la economía y la política. Ni siquiera intentó poner sus temas en el debate nacional sencillamente porque éstos carecían de integralidad y congruencia. El mayor problema es lo que estaba atrás de ese discurso desarticulado: la definición de una izquierda de bajo perfil opositor y carencia de crítica global al sistema político y al grupo en el poder.

Por otro lado, López Obrador realizó una campaña de confrontación basada sólo en la denuncia del carácter oligárquico del poder en México. Las propuestas movilizadoras para hoy y aquí se escucharon por excepción, por lo que toda la gira de Andrés Manuel se caracterizó por la idea de que más vale tener pocos diputados confiables y combativos que muchos colaboracionistas con el poder, como si tales posibilidades fueran las únicas. Ir en pos de pocos legisladores era admitir la propia cualidad de pequeña minoría antes de la votación.

La ruptura en la izquierda se había expresado antes en una confrontación interna por la dirección del PRD pero la impronta de ésta se advirtió durante toda la temporada electoral. Como las líneas políticas en pugna no alcanzaron a definir las tareas políticas, tampoco dejaron un mensaje electoral preciso. Otra vez, la lucha interna se presentó como una riña, con el consecuente desánimo de muchos electores. La baja en la votación no puede ser negada por más y mejores cuentas que se quieran hacer.

Las expulsiones de quienes apoyaron o fueron candidatos de otros partidos no resolverían ningún problema relacionado con la unidad de la izquierda, cuestión vigente siempre, sino que agravarían la situación. Después de las expulsiones seguiría abierto con mayor presencia el tema de la unidad. Desde la derecha se quisiera ver a una izquierda fraccionada, atomizada, de tal manera que se pudiera abrir el campo al bipartidismo, perfecto estado político de la hegemonía conservadora. La tarea de dotar al PRD y a toda la izquierda electoral de una línea política a la altura de la realidad nacional y de los principios básicos de esta corriente está relacionada con la creación de una dirección concreta de portadores de tales objetivos. Pero, como ocurre a cada paso, es difícil resolver el problema con un golpe de mano y con una política de exclusiones como la que se ha querido aplicar desde diferentes y encontradas posiciones. De cualquier manera, la dirección del PRD debe cambiar aunque no sea en los próximos días.

La crisis de la izquierda no se va a resolver en una sola actuación ni con la reflexión en abstracto. Mucho menos con el discurso demagógico de la refundación. Para discutir no se requiere ningún pacto y eso es justamente lo más necesario para buscar acuerdos sobre la base del esclarecimiento de lo real. Hacer de la crisis una vuelta a la lucha de ideas es mejor camino que la estrategia de la división.

Publicado en Milenio

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