Ciro Gómez Leyva
20-10-09
La frialdad de las cifras. En 2003, el PRD, propulsado por Andrés Manuel López Obrador, ganó 11 de las 17 presidencias municipales y 17 de los 21 distritos en Tabasco. Tiempos en que el PRI estaba dirigido por el tabasqueño Roberto Madrazo y perder costaba y dolía.
El 2 de julio de 2006, López Obrador arrasó a Madrazo en la entidad por 170 mil votos. Desde entonces, todo ha sido retroceso. Tres meses más tarde, octubre 15, el candidato del PRI a gobernador, Andrés Granier, venció por 80 mil votos al lopezobradorista Raúl Ojeda. El PRI, además, se llevó 10 de los 17 municipios.
Algunos preguntamos entonces quién en el PRD podría excusar la pérdida de más de 2 mil votos diarios entre las dos elecciones de 2006. Y afirmé aquí: “El PRD podrá seguir actuando el papel secundario de plañidera o dar un manotazo en la mesa (…) La falta de mesura de López Obrador comienza a ser una pesada carga. Su gen autoritario cuesta cada vez más caro”.
Aquí estamos, tres años después. López Obrador aún reconoce como legítimamente suyo al PRD de Tabasco. En las cifras preliminares de las elecciones del domingo, el PRI aventaja al PRD por unos 60 mil votos y estaría obteniendo 10 alcaldías, contra cinco del PRD. El tricolor ganaría las cinco grandes, en donde votaron más de 60 mil personas: Centro, Comalcalco, Cárdenas, Huimanguillo y Jalpa de Méndez; así como dos de las cuatro en donde sufragaron más de 40 mil: Nacajuca y Macuspana, la tierra de Andrés Manuel. El PRD se quedaría con seis distritos de mayoría, contra 11 de hace tres años y los citados 17 de 2003.
La frialdad de la estadística. Pero los lopezobradoristas insisten en que por ese camino triunfarán en 2012. Está bueno. Pasaron tres años. Faltan tres.
Publicado en Milenio
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