6 jun 2010

Greg y la debacle de la izquierda

Federico Berrueto

06-06-10

Innecesario decir que el país requiere de una opción política viable de izquierda. Sus posibilidades no están en la superioridad moral del proyecto, tampoco en razones históricas, sino en la capacidad de ganar la confianza ciudadana. El hartazgo por la situación tampoco es suficiente; se requiere no sólo claridad de proyecto, también testimonio convincente sobre la congruencia entre lo que se propone y lo que se hace. El caso de Greg Sánchez y el comportamiento de la dirigencia del PRD dejan en claro la sospecha sobre orfandad ética de quienes ahora le encabezan.

El caso ha evolucionado de fea manera. Como lo acreditó el estudio de Beltrán y Asociados, publicado el pasado lunes en Excélsior, con o sin razón la mayoría de las personas consideran culpable al candidato defenestrado por el auto de formal prisión. La opinión es semejante en Quintana Roo, incluso en Cancún, donde mejor conocen al personaje. Que le crean culpable parece ser un caso insólito por la desconfianza en la PGR, más después de lo de Michoacán.

Es incomprensible el comportamiento de Jesús Ortega. Desde siempre debió haber mantenido distancia sobre un prospecto bajo sospecha. Los signos eran abrumadores y comprometedores, los que sí fueron asumidos por César Nava. Por cierto, el dirigente del PRD debería iniciar acción legal contra el periodista que en tinta dejó correr la versión de que Greg cedió a Ortega la designación de dos posiciones en el ayuntamiento, las que tenían que ver con la administración y el patrimonio inmobiliario. Quizás se trate de un infundio; por lo mismo, el dirigente nacional del PRD, por la investidura que ostenta y el costo que le significa a su partido, está obligado a demandar.

De siempre, la hipocresía ha acompañado a la política. Habrá de recordarse que no hace mucho tiempo los dirigentes políticos juraron y perjuraron cuidar que sus candidatos estuvieran ajenos a toda sospecha. El caso Greg Sánchez desmiente al PRD. La presunción o la maledicencia no es suficiente para la pérdida del derecho a ser votado, pero en el caso los signos, los hechos y los testimonios obligaban a la precaución.

¿Quién paga los abogados del señor Greg? El grupo de defensores es de lo mejor y de lo más caro que existe en el país; por cierto, algunos de ellos próximos al secretario de Gobernación en su época de postulante. Si los paga el detenido, buena fortuna debe haber de por medio. Si los paga el PRD, la cuestión obligada es si es legal o ético destinar los recursos que la sociedad otorga a los partidos para realizar su proselitismo, a financiar una defensa en un proceso penal a uno de sus conspicuos miembros.

Greg puede ser culpable o inocente. Eso sólo habrá de resolverlo un juez. Pero es inadmisible que un partido, el PRD, quede expuesto a partir de la convicción de sus dirigentes de que todo el embrollo es una trampa de Gómez Mont para hacerle el trabajo al PRI, versión absurda y actitud suicida, al grado de dejar a los electores de Quintana Roo sin opción de izquierda. Efectivamente, la detención de Greg y la pérdida de sus derechos políticos dejó al PRD y su coalición en una situación de extrema vulnerabilidad. Pero la causa no está en la acción judicial, sino en el empecinamiento de los dirigentes de haberlo hecho candidato.

El sospechosismo cobra vida. En el supuesto de que Greg efectivamente sea un pillo, la búsqueda de la candidatura no era para ganar el poder, sino impunidad. En esta misma línea hace pensable, no necesariamente cierto, que haya construido blindaje político a partir de las complicidades con dirigentes políticos. Por tal razón es de la mayor importancia que los dirigentes del PVEM acrediten el señalamiento de la relación indebida entre Ortega y Sánchez o que el periodista abunde sobre la cesión de cargos en el ayuntamiento al dirigente del PRD.

La secuela sobre el caso Greg puede ser desastrosa para el PRD y la izquierda. Incluso para el PAN; aunque no suscribió alianza en Quintana Roo, se vería colateralmente dañado en el momento más delicado en las campañas para la elección de gobernadores en doce estados.

El desenlace de los comicios de gobernador se resuelve, fundamentalmente, a partir de las campañas de los candidatos en la dinámica local. Aún así, los partidos importan, benefician o perjudican, además lo nacional es parte del entorno local. En el desenlace del 4 de julio próximo, los dirigentes del PRD han llevado a su partido a una difícil situación. Sobre el balance será indispensable una cirugía mayor que le lleve a recuperar el proyecto originario generador de esperanza, de un mejor porvenir para todos, especialmente, para los que menos tienen.

Publicado en Milenio

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