11 jun 2010

Reforma intelectual y moral

Pablo Gómez

11-06-10

El término revolución podría entenderse como una reforma intelectual y moral (Gramsci) y ésa es la que México requiere. El cambio en las relaciones y objetivos sociales no puede alcanzarse sin una nueva hegemonía, es decir, una nueva conciencia social de grandes grupos humanos y una buena organización de los mismos. Entre los problemas de México destaca, por el contrario, el endurecimiento de la hegemonía de quienes sostienen las ideas del progreso sustentado en la eficiencia del capital, la ganancia privada como sinónimo de avance, la productividad basada en una mayor injusticia en la distribución de la riqueza y el ingreso, la política como juego de intereses que se expresa en una mayor privatización de lo público.

El discurso de José Narro Robles en la inauguración de la Iniciativa México ha sido dicho en el lugar más incómodo. Las demás alocuciones se centraron en la necesidad de destacar y premiar el esfuerzo de promotores e innovadores. Pero el rector de la UNAM habló de grandes objetivos nacionales, de grandes reformas sociales y políticas.

Ningún gran problema de México tiene su centro en la falta de difusión de esfuerzos concretos y aislados. Mas la ausencia de un debate sobre los tópicos trascendentes, sobre la desigualdad y la negación de derechos, es una manera de esconder la realidad del país. Así, mientras Narro hablaba de México, los demás se referían a la hegemonía que ha llevado a ese mismo México por el camino de las injusticias y contrastes sociales. Los más hablaron de filantropía, divisa histórica de la nobleza, el clero y la burguesía —forma de tranquilizar ciertas malas conciencias—, la cual no resuelve ningún problema social pero sí el de algunos pocos, demasiado pocos.

Quizá por esto Narro se refirió a la Iniciativa México como algo modesto. Sí, en efecto, tal programa es muy modesto, pues sus premios en efectivo apenas alcanzan en total los 11 millones de pesos. Abrir un concurso entre proyectos con “impacto social y/o ecológico” para divulgarlos a través de los más importantes medios de comunicación se antojaría algo innecesario si la prensa mexicana, escrita y hablada, estuviera abierta siempre a esa clase de noticias. Pero no existe modestia en cuanto a sus propósitos ideológicos. Lo importante es el premio moral y económico de proyectos que se logran fuera de la esfera pública, es decir, al margen, o casi, del plano donde los grandes problemas del país se pudieran enfrentar con éxito. No se trata, por tanto, de proyectos de gran significación y trascendencia social y nacional. La despolitización de la sociedad es uno de los objetivos de esa hegemonía de los grupos monopolistas y de sectores que rehúsan proclamar sus objetivos políticos verdaderos.

La Iniciativa México está abierta formalmente a proyectos de instituciones públicas. Sin embargo, éstas no podrían competir, sería demasiado ventajoso para ellas. ¿Qué proyecto aislado podría concursar, por ejemplo, con las becas a todos los estudiantes de bachillerato de la Ciudad de México, las cuales son la reforma social más importante de los últimos años? ¿Qué significarían dos millones de pesos de premio para un programa universal de salario estudiantil?

Publicar noticias serias y positivas, ejemplares, es buena idea. Pero habría que pedir que se haga siempre y no sólo durante tres meses de cualquier año, cierto que es el del bicentenario y el centenario, pero por lo visto éste no dejará de ser un año cualquiera sin reforma intelectual y moral.

Publicado en Milenio

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