Sí a las alianzas
Jorge G. Castañeda
8 julio 2010
Quienes siempre fuimos partidarios de las alianzas PAN-PRD y ciudadanas en Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Sinaloa y Durango, y manifestamos nuestro apoyo al respecto, no podemos más que congratularnos de los resultados del domingo. El triunfo en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, y magnífico desempeño de las alianzas en Durango e Hidalgo muestran que se trató de una estrategia acertada e inteligente. Y sobre todo, que tiene futuro.Jorge G. Castañeda
8 julio 2010
Asimismo, quienes sostuvimos en público y en privado, desde hace muchos meses, que nada está escrito para el 2012, y que la tesis del regreso inevitable del PRI a Los Pinos es en el mejor de los casos endeble, y posiblemente falsa, también estamos de plácemes. No porque sea bueno o malo en sí mismo ese retorno, sino porque la idea de una elección predeterminada es algo, eso sí, contra natura.
Como ya se han sacado muchas lecciones posibles e imaginables de los comicios, sólo quisiera compartir algunas reflexiones más generales. Obviamente resultó equivocada la tesis del carácter no comunicante de los vasos electorales panista y perredista. Lo que sucedió en estos estados es el equivalente de una primera vuelta electoral en encuestas o en negociaciones, o el voto útil en la elección del 2000. El miedo del PRI ante la segunda vuelta hace mucho sentido: los electores del PRD prefirieron en estos estados y a nivel nacional en el 2000 al PAN que al PRI; y los electores del PAN prefirieron, por ejemplo, en Oaxaca, a alguien más identificado con el PRD como Gabino Cué, que al PRI. En estados donde la alternancia no se había producido, o a nivel nacional cuando tampoco había tenido lugar, los votantes del PAN o del PRD prefirieron la alternancia a cualquier otra cosa. Eso es exactamente el voto útil (según los franceses) o estratégico (según los anglosajones). Y lo que probablemente sucedería la primera vez que hubiera segunda vuelta a nivel nacional.
Si hay un estado importante donde aún no ocurre la alternancia y en el cual este fenómeno puede reproducirse el año entrante es obviamente el estado de México. Como ya se ha dicho, desde el 88 PAN e izquierda suman más que el PRI en el Edomex. Pero como nunca se han unido, nunca han vencido. No hay ninguna razón para pensar que los electores mexiquenses se comportarán de manera diferente a los del domingo pasado. Quienes han votado por el PAN desde hace años obviamente preferirían a un candidato del PAN que a uno del PRD; pero también preferirían a uno del PRD sobre uno de PRI. Y lo mismo debe acontecer, aunque mucho dependerá del candidato o de la candidata, con los sufragantes perredistas. Aunque en el fondo el PRD como tal es mucho más priista que panista, los votantes perredistas son mucho más anti-PRI que anti-PAN.
Enrique Peña Nieto tiene que ponerse las pilas. Si el comandante en jefe de esta espléndida estrategia, a saber, Felipe Calderón, que fue también el gran vencedor del domingo, logra obligar a Josefina Vázquez Mota a ser la candidata de la alianza en el estado de México, y logra convencer a la otra vencedora del domingo, esto es, a Elba Esther Gordillo, para apoyar dicha alian- za, el candidato de Peña Nieto para la silla de Toluca se las puede ver negras. Sobre todos si los poderes fácticos que lo han apoyado tanto empiezan a dudar de la certeza de su triunfo, y comienzan a comprar coberturas ("hedges") y explorar alternativas.
Por último, una súplica a los amigos encuestadores. A menos de que después de la publicación de estas líneas surja una sorpresa, las encuestas de salida volvieron a concentrarse muchísimo más en tratar de averiguar cómo votó la gente, y muchísimo menos en por qué votó la gente. Los medios obviamente prefieren lo primero: conocer al ganador lo más pronto posible. Pero el verdadero chiste de las encuestas de salida reside en explicarnos las motivaciones de los votantes. Por ejemplo, si el pésimo desempeño del PAN en Baja California, Chihuahua y Tamaulipas se debe o no a un rechazo a la guerra del narco.
Publicado en Reforma
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