20 mar 2011

Entrevista con Jesús Ortega

Roberto Rueda Monreal

20-03-11

En entrevista con M Semanal el presidente saliente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Ortega, evalúa su gestión al frente de ese partido, hace un recuento de sus logros y pasa revista a los obstáculos enfrentados: desde el autoritarismo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el Michoa- canazo implementado por el gobierno federal, hasta la idea de que la izquierda es violenta y el peligro que representan los extremistas que quieren destruirlo todo para luego construir. Señala también los fracasos del Partido Acción Nacional (PAN) al mantener lazos con el viejo régimen y la hipocresía política de los priistas en torno a las alianzas, entre otros temas.

RRM: Formalmente usted tendría que terminar su gestión en diciembre.

JO: Pero adelantamos la elección porque se ha cometido en el PRD un error estructural: que el cargo del nuevo presidente siempre está cercano al proceso electoral. Yo tomé posesión en diciembre y las elecciones eran en julio; había que elegir candidatos ya en enero y tener listo al partido, lo que es una cosa muy complicada, muy difícil. Yo le llamo a esto “cambiar de automóvil en movimiento”. Yo les propuse formalmente a mis compañeros que adelantáramos la renovación para que, entonces, le demos a la nueva dirección nueve meses antes de la elección de candidatos. Este 20 de marzo estaría asumiendo la nueva dirección.

RRM: ¿Cómo recibió usted al partido y cómo lo deja?

JO: Lo recibí en una situación compleja, difícil, porque veníamos de la elección de 2006, tras experimentar el fraude electoral, con una estrategia poselectoral no eficaz, es decir, la toma de Reforma, el plantón, la hostilidad, la confrontación… Todo eso hizo que sectores muy importantes de la sociedad mexicana, que simpatizaban con el PRD y que votaron por él en 2006, le retiraran su apoyo. Entonces, en 2007 tuvimos muy malos resultados electorales.

RRM: Como consecuencia de esas acciones.

JO: Sí. Y en 2008 tuvimos muy malos resultados electorales. Estábamos logrando revertirlo, porque las encuestas de mayo de 2009, meses antes de la elección de julio, nos daban 17, 18 y hasta 19 puntos; pero vinieron dos acontecimientos que nos impactaron severamente en las elecciones de 2009.

RRM: ¿Cuáles fueron?

JO: El Michoacanazo: apresaron a presidentes municipales, a integrantes de Cabildos, a funcionarios del gobierno de Michoacán.

RRM: Es decir, la intervención del gobierno federal en el gobierno estatal de Michoacán.

JO: Claro, y con eso generar la impresión de que el PRD estaba vinculado con actividades ilícitas. Eso fue un golpe político que luego se le revirtió al gobierno federal porque a todos los que acusó los jueces los liberaron… después de que pasaron las elecciones. El otro acontecimiento fue El Iztapalapazo: la imposición, por parte de AMLO, de Juanito, un personaje caricaturesco, como candidato a la jefatura delegacional, postulado por los partidos del Trabajo (PT) y Convergencia. Fue grotesca la toma de protesta de Juanito, repetida mil veces en la televisión y en la radio. ¡Nos pegó electoralmente! Tanto, que perdimos una parte muy importante de Iztapalapa, que era la región más importante, y perdimos un parte del oriente del Estado de México. Entonces, ese 19 por ciento que teníamos en las encuestas en mayo, se nos cayó a 13 por ciento en los votos reales.

RRM: ¿Qué estrategias concretas se echaron a perder debido a estos dos sucesos que acaba de mencionar?

JO: Primero, tomar decisiones puntuales. Todos los candidatos se aprobaron por unanimidad, ¡todos! Caso insólito en la vida del partido. Por otro lado, implementamos una propaganda que no fue de violencia, de enfrentamiento o de hostilidad…

RRM: Para tratar de revertir esa imagen negativa…

JO: ¡Marianita! (la niña protagonista de los promocionales del PRD en la campaña de 2009). Fue un fenómeno publicitario. Eso nos llevó a alcanzar 19 por ciento en las encuestas. Habíamos trabajado en estrategias de comunicación y estrategias de decisión unitarias que rompieran esa vieja idea de un partido conflictivo y polarizado, la que se había reafirmado con la toma de Reforma. Luego hicimos el Congreso Nacional del PRD, un congreso también, por primera ocasión, sin escándalos, con fuertes e intensos debates, sí, pero con un ánimo de discusión, de reflexión colectiva y de votación democrática. Como ve, se llevaron a cabo muchas acciones que trataban de crear esa nueva imagen de un PRD propositivo, de una izquierda moderna y democrática.

RRM: En ese sentido, ¿piensa usted que ha dejado los cimientos sólidos para que el próximo dirigente tenga herramientas para continuar por esa vía?

JO: Ya está establecida estatutariamente la militancia seccional, que fue un gran cambio en la organización del partido. Todos los órganos y secretarías que le mencioné están estatutariamente. Todo eso ya está en la ley del partido; si alguien tratara o quisiera cambiarlo, entonces tendría que convocar a un Congreso nuevamente y, además, convencer a la gente de cambiar eso, que a mí me parece que va a ser no solamente difícil, sino que no hay razón para cambiar esos avances que hemos dado.

RRM: Quisiera que hiciera un contraste. ¿No es desesperante ver a personajes como Alejandro Encinas y Dolores Padierna, entre otros, defendiendo a la izquierda sin abordar, precisamente, temas de izquierda?

JO: No me desespera. Es un problema a resolver. Porque, en lugar de estar viendo la problemática de la sociedad (¿cómo defendemos los derechos de todas las personas, sin importar su raza, su preferencia sexual, su lengua, su origen social, su condición económica?), existe esta contradicción, este intento de socavar la democracia interna para seguir implantando el personalismo y el caudillismo. El absolutismo en el PRD es lo que hace que estemos ensimismados, en lugar de que el partido esté viendo hacia la sociedad. ¡Ésa es la contradicción fundamental al interior del PRD!

RRM: ¿Usted se ha tenido que enfrentar, en momentos específicos, tanto con Cuauhtémoc Cárdenas como con AMLO?

JO: ¡Es correcto!

RRM: ¿Qué ha tenido que pagar por ello?

JO: Pues el costo de que algunos periódicos y medios de comunicación, que más que ser medios de comunicación son medios de propaganda… y esto me pasa a mí y a dirigentes no dogmáticos y no ortodoxos… somos sujetos de linchamiento. Al hereje se le linchaba o se le quemaba en leña verde. Al hereje contemporáneo ya no se le quema en la Plaza de la Constitución, pero ahora se le ataca a través de algunos medios.

RRM: ¿Usted ha tenido costos políticos reales a raíz de esta situación?

JO: Yo sé del riesgo que implica ser hereje, del riesgo que implica ser heterodoxo, del riesgo que implica oponerse a la verdad absoluta o a quienes la predican. Yo los llamaría consecuencias de un mortal que se enfrenta, como en la mitología griega, a los dioses del Olimpo. No tanto, debo decirlo con franqueza, con Cárdenas. Sí hubo diferencias, desde luego, pero éste escuchaba; era más sensible no solamente a escuchar, sino a atender. Pero el fenómeno del personalismo o de la concentración del poder se pone más de manifiesto con López Obrador. Él tiene una visión ciertamente mesiánica. Yo estaba leyendo con atención un artículo, y vi las palabras que utilizó en un discurso del 14 de marzo: “(…) que se fortalezcan nuestros valores morales y espirituales, que se practique el amor al prójimo, que se tiene que hacer a un lado el individualismo, la codicia, el odio, quitarnos la idea de que hay que enfrentar al mal con el mal; al contrario, hay que enfrentar el mal con el bien, hay que internalizar y difundir la idea de que la felicidad no solamente es acumular bienes materiales sino que la felicidad es estar bien con uno mismo, es estar bien con nuestra conciencia, es estar bien con el prójimo”. ¿Este discurso es de un dirigente político o es de un dirigente religioso? Es el ejercicio del poder con una visión providencialista, es decir, asignada por la Providencia.

RRM: Hay poco margen para un diálogo.

JO: Te estás enfrentando a alguien que se siente, al escuchar estas palabras, enviado.

RRM: ¿Cuándo fue la última vez que usted platicó con AMLO?

JO: Meses, muchos… hace un año. Yo le insistía en luchar por una República de instituciones democráticas.

RRM: ¿Usted se lo expresó?

JO: Sí, y él decía, lo recuerdo bien: “No, lo que el país necesita es un hombre fuerte”.

RRM: ¿Cómo se siente en sus últimos días como presidente del PRD?

JO: Me siento satisfecho. Hice el mejor de los esfuerzos. Se lograron éxitos, no se lograron plenamente en otros casos. Hubo aciertos y yerros, como en toda obra humana, en la vida política.

RRM: Algunos periodistas ven a un PRD caótico, catastrófico, sin futuro.

JO: Siempre hay unos periodistas catastrofistas; es catastrofista también su forma de ver la realidad del país. ¿A qué me refiero? A la vieja forma revolucionaria: agudizar las contradicciones para que, sobre las ruinas de lo existente, se construya lo nuevo… ¡y surja el salvador!

RRM: ¿El PRD no va por ese camino?

JO: No, el PRD va por el camino de las reformas, por el de construir, no de destruir. De evitar las crisis, no de profundizarlas. Cuando tú mandas al diablo a las instituciones, lo que estás intentando es provocar una crisis de las instituciones. Son dos visiones del quehacer de la política y dos visiones de la realidad del país.

RRM: ¿Usted tiene la cabeza fría cuando AMLO lo liga con Felipe Calderón a través de un pacto que, según esto, ya se dio entre ambos?

JO: El comportamiento de AMLO es el clásico comportamiento del inquisidor. Si uno tiene apenas lecturas elementales sobre los guardianes de la fe, entenderá cómo se comportan los inquisidores y las mentes absolutistas. Te acusan de todo. Y el calificativo más frecuente que utilizan es el de “traidor”; como no compartes lo que ellos piensan, entonces te condenan, en el estricto sentido de la palabra. Como el inquisidor, que siempre acusaba a los judíos de ser parte de una conjura contra Dios, ¿no?

RRM: ¿Por qué el PRD no ha separado a AMLO de las filas del partido?

JO: Porque esa es la estrategia de él. Eso desearía él, ¡porque hay que conocerlo! Si ustedes revisan la trayectoria política de AMLO, verán que se ha sustentado en sacrificarse, en martirizarse (lo que, por cierto, es un comportamiento muy religioso). Su estrategia consiste en hacerse mártir, permanente, constantemente: la gente simpatiza con los que aparecen como mártires. Yo digo, y de verdad que yo no tengo nada contra la religión, ni contra los religiosos, soy muy respetuoso al respecto, pero digo que el símbolo de Jesucristo no son los milagros sino la Cruz.

RRM: Entonces, si AMLO va a continuar dentro de las filas del PRD, ¿cómo va a ser el partido en el futuro?

JO: Él ya se zafó del PRD; él fue presidente del partido, ¿sabe o no sabe que no hay licencia? Desde luego que sabe que no hay licencia. ¿Por qué pide licencia? Para que ustedes lo coloquen en la circunstancia de ser víctima. Es una estrategia política. Yo no le puedo conceder la licencia porque no existe, pero tampoco voy a caer en su trampa: irse o quedarse en el PRD es una decisión estrictamente personal. El 13 de marzo dijo que iba mantener la licencia hasta después del año 2012; eso es un asunto de él.

RRM: Para retomar algunas frases que usted ha dicho ante los medios no hace mucho, me gustaría que me dijera qué piensa o a qué se refiere. Por ejemplo: “Lo peor en los políticos es la hipocresía”. Esto lo dijo a propósito de las alianzas electorales.

JO: Sí, es la hipocresía y puedo dar muchos ejemplos. Primero, hipocresía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pues dice que qué harán el PRD y el PAN con el asunto del aborto, y yo le contesto que cada quien va a luchar por sus ideas: el PAN en contra de despenalizar el aborto y el PRD lo va a hacer a favor. Pero el PRI, que en sus documentos básicos, dice que está a favor de los derechos de la mujer, y se alía con el PAN para penalizar el aborto. Eso es hipocresía política. ¿Cómo Humberto Moreira puede hablar de democracia cuando él impone a su hermano como gobernador? En Coahuila se vive en el neofeudalismo más claro del país: están heredando el estado como feudo. ¡Eso es hipocresía política! ¿Cómo se puede hablar de democracia cuando se hace eso? O la hipocresía política de oponerse hoy a las alianzas con el PAN y haber hecho alianzas con el PAN en 1999, como en el caso de AMLO; recupero una frase de AMLO de 1999, cuando un periodista le preguntó: “Oiga, ¿y cómo hacer alianzas con el PAN, que se formó para combatir las ideas del general Cárdenas?”, y AMLO respondió: “Es verdad, tenemos diferencias, pero primero es la democracia”.

RRM: Un doble rasero.

JO: Así es, un doble rasero, porque si hubiera un asunto de principios y no se fuera hipócrita, entonces se opondría igual en Oaxaca y en el Estado de México. ¿Por qué se hizo de la vista gorda en Oaxaca?

RRM: Otra cita: “La razón de las alianzas no es una razón de principios, es una razón pragmática”. Este pragmatismo es el que le han achacado a usted.

JO: Hay una corriente filosófica de los pragmáticos. En el sentido estricto, pragmatismo tiene que ver con hacer las cosas que se dicen. Algunos políticos lo utilizan peyorativamente, pero la política mexicana debe tener alto ingrediente de pragmatismo, es decir, de ser prácticos, no de teorizar demasiado y dejar las cosas en la cabeza y no en las manos, no en los hechos. ¿Le conviene al país un partido único, como sucedía apenas hace unos años? ¿Le conviene al país un Congreso en donde sólo esté representada una visión política? Eso es autoritarismo. Eso es fundamentalismo, totalitarismo.

RRM: Es un tanto contradictorio que mientras en las campañas electorales se da este asunto de la defensa de la moral o de los principios partidistas, criticando a los políticos por hacer alianzas, en este caso, ya una vez que se llega al Congreso se critica a esos mismos políticos por no llegar a acuerdos.

JO: ¡Es correcto! Eso es una hipocresía.

RRM: ¿La sociedad tendría que tener cuidado ahí?

JO: Sí, claro. Debe tener cuidado la sociedad, pero está muy alentada por opinadores. A veces veo que algunos periodistas no dan una opinión sino que pontifican. Dan “la verdad absoluta”. Ya he dicho, te persiguen como hereje.

RRM: Hablando de su gestión al frente del PRD, ¿qué autocrítica podría hacer?

JO: Debimos haber evitado El Iztapalapazo con un esfuerzo mayor de negociación y de acuerdo, para impedir que AMLO metiera a una persona que no correspondía. Debimos haber resuelto el asunto internamente. Cometimos un error al no blindar algunas candidaturas para que no se pudieran meter dirigentes o candidatos que estaban cometiendo actos ilícitos, ¿no? También puedo asumir que se cometió un error al permitir conflictos locales que de pronto se convertían en asuntos de carácter nacional, los que se agrandaron.

RRM: Usted hizo una inferencia respecto a la táctica coyuntural para estas alianzas en 2011 e hizo otra para 2012, en el sentido de volver a la izquierda un poco más de centro-izquierda. ¿Podría explicar mejor estos puntos?

JO: Después de la experiencia del nazismo y del estalinismo, y otros fenómenos que se dieron en otros países, yo creo que deberíamos llegar a una conclusión: los extremos no sirven. El extremismo de derecha no sirve, como tampoco sirve el extremismo de izquierda. Ya hemos tenido ejemplos históricos al respecto, dentro y fuera del país. La solución para los problemas del país no es recurrir, otra vez, a los extremismos, sino recurrir a la moderación: hay que tener un proyecto de centro-izquierda. Preocupación por lo social, combate a la pobreza, pero de igual forma libertades políticas, garantías individuales, derechos individuales, derechos sociales. ¿Y qué ejemplo pongo? ¡Brasil! Brasil tiene un gobierno de centro-izquierda que está convirtiendo a ese país en una potencia mundial, que lo ha hecho una potencia latinoamericana. Un gobierno en donde el presidente fue producto de una alianza: el Partido del Trabajo al lado del Partido Liberal. Dos partidos que, en teoría, deberían tener contradicciones. El candidato a Vicepresidente, cuando ganó Lula, fue un líder empresarial. Se dio lo que parecía imposible para los dogmáticos: un líder metalúrgico, obrero, al lado de un líder empresarial. ¡Rompieron todas las visiones obtusas! Ahora, aún no hemos llegado a la orilla como para decir que ya estamos en un régimen democrático. Vicente Fox cometió un grave error.

RRM: ¿Cuál fue?

JO: El bono democrático que tenía Fox para lograr la transición lo desperdició miserablemente. Calderón cometió el grave error de pretender la gobernabilidad sobre la base de acuerdos con el viejo régimen y sobre la base de obtener legitimidad con una estrategia equivocada, la del combate al narcotráfico. Yo digo que el centro-izquierda debe garantizarle gobernabilidad al país, gobernabilidad democrática a partir de superar el viejo régimen, no convivir con él.

RRM: Entonces, ¿el gran peligro es que el viejo régimen vuelva?

JO: Yo digo que los panistas no lucharon por cambiar las estructuras, sino que se subieron al vehículo del viejo régimen; con chofer diferente, nada más.

RRM: ¿Podría abundar sobre estas diferencias?

JO: ¡Sí, cómo no! La izquierda debe de ser democrática. Ahí no se debe ser inconsecuente. Pero una alianza con diferentes para lograr la democracia no puede ser una traición. ¿Qué hicimos en Oaxaca? Nos aliamos los diferentes para lograr terminar con un régimen oprobioso que cancelaba prácticas y principios democráticos. Yo pongo siempre el ejemplo de Mandela. 28 años en la cárcel, y Mandela salió, no a combatir a sus opresores que lo mantuvieron 28 años en prisión, sino a negociar el cambio de régimen… ¡con Frederick de Klerk, que era el líder del apartheid! ¿Qué perdió Mandela, al sentarse a negociar con De Klerk? AMLO ya estaría acusando a Mandela de traidor.

RRM: Pero Mandela, en ese contexto, estaba pensando en el bien común: su país.

JO: En el bien colectivo, ¡claro!

RRM: ¿Usted sugiere, entonces, que lo peor que le podría pasar al país es que se paralizara?

JO: Lo peor que le puede pasar al país es tener, otra vez, una visión única, una verdad absoluta, y que alguien sea el depositario de esa verdad absoluta. Eso ya lo hemos vivido durante décadas, durante siglos. Necesitamos pasar al régimen de instituciones democráticas, no de hombres providenciales. Padecemos, todos, de un problema: se han construido intereses particulares al interior de los partidos, cuando los partidos no deberían de tener otro interés que el interés de la sociedad.

RRM: ¿Hay detrás de ello, entonces, intereses conservadores?

JO: Hay intereses conservadores y hay visiones profundamente conservadoras. Cuando alguien dice que sólo el pueblo salva al pueblo, entonces, ¿qué pasa con la política y con los políticos? Ha habido regímenes en donde se ha desaparecido a los políticos, se les ha perseguido y asesinado. Pol Pot (cuyo verdadero nombre fue Saloth Sar) en Camboya mandó a todos los políticos y a los intelectuales a cultivar la tierra, y luego los asesinó para que hubiera sólo Pol Pot y lo que él llamaba “El Pueblo”. ¡Cuidado! Esas son cosas terribles. Vamos a andar en la brega contra toda forma de autoritarismo y totalitarismo. Si queremos aspirar al bienestar social no lo vamos a lograr desde visiones autoritarias o personalistas.

Publicado en Milenio


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