Izquierda culta, pero sin proyecto ni liderazgo
Sergio Muñoz Bata
24 de junio 2004
A pesar de sus progresos, ante la elección presidencial de noviembre lo que sigue faltándole a la izquierda estadounidense es un proyecto viable y un líder sólido.
Cuando se habla de la izquierda estadounidense en América Latina la gente discreta sólo sonríe, como no queriendo contradecir al interlocutor aún a sabiendas de que su escepticismo se sustenta en la realidad.
En efecto, comparada con las izquierdas europeas y latinoamericanas, la izquierda norteamericana, salvo honrosas excepciones, tiene pocos protagonistas. Aunque eso no significa que el movimiento progresista no haya vivido algunos momentos estelares en la historia de este país.
De principios del siglo XX a la primera guerra mundial, surgió un interesante movimiento de apoyo al socialismo que nunca pudo germinar. La figura de Eugene Debs, el candidato socialista que consigue casi un millón de votos en la elección presidencial de 1912 y luego es encarcelado, sería uno de sus ejemplos paradigmáticos.
Entre 1930 y la década de los años 50, teniendo como modelo una visión idealizada de la Unión Soviética, en círculos artísticos de Hollywood y Nueva York se gesta un incipiente e insignificante acercamiento al comunismo que es decapitado por el McCarthysmo.
A finales de la década de los años 60 y principios de los 70 el movimiento estudiantil y, sobre todo, la lucha de los negros por terminar con el racismo institucionalizado en el país generan un movimiento popular que logra reivindicar los derechos civiles de los negros.
A principios del nuevo siglo ha empezado a formarse una corriente de activismo político que gira alrededor de cuatro temas centrales. La oposición a la reelección del presidente George W. Bush, a la guerra en Iraq, a la globalización y a las corporaciones multinacionales.
La izquierda de hoy es menos socialista, es un movimiento entendido más como respuesta a la globalización que como un movimiento contra el capitalismo. Más liberal que comunista y con definiciones ideológicas vagas porque ya no hay modelos a seguir en la izquierda internacional. El fracaso del socialismo real ha tenido serias consecuencias para la izquierda.
El nuevo activismo político surge, sobre todo, del sindicalismo y se da en ciertos círculos intelectuales como el de la cinematografía, donde el genero documental ha tenido un impresionante resurgimiento.
"Farenheit 9/11", del canadiense Michael Moore, que recién ganó la Palma de Oro en Cannes y se estrena el viernes 25 de junio en 650 cines, se ha convertido en la película líder. Se trata de un devastador ataque contra Bush, a quien se le acusa de haberse robado la elección presidencial, se le imputa haber actuado con negligencia previo a los ataques terroristas del 11 de septiembre y se le reprocha haberle mentido al pueblo americano sobre Iraq para invadirlo y proteger así los intereses petroleros de su familia y de los miembros de su la administración.
En otro documental, "Al Descubierto: Toda la verdad sobre la guerra en Iraq," el veterano cineasta Robert Greenwald contrasta las declaraciones de Bush y sus allegados con las de 25 ex-funcionarios de primer nivel, considerados expertos en los temas de la guerra, dejando muy mal parada a la administración.
En "El Cerebro de Bush," de Joseph Mealey y Michael Schoob, se acusa al asesor presidencial Karl Rove de manipular a Bush y a la opinión pública para hacerle presidenciable.
Morgan Spurlock recién estrenó su película "Super Size Me" que documenta a la perfección lo que le sucede a la gente adicta a la "comida chatarra rápida." Durante 30 días, Spurlock se filmó comiendo diario en McDonald's para averiguar "porqué los americanos son tan gordos."
"La Corporación," es una coproducción de Moore, Noam Chomsky y otros, en la que se plantea una crítica feroz a las corporaciones y a la manera como dominan a la sociedad.
Otro beneficiario de las políticas de Bush ha sido "The Nation," un periódico de izquierda en el sentido tradicional, que ha experimentado un crecimiento descomunal en los últimos tres años, colocándose como la revista de opinión política con más tiraje en Estados Unidos. Más que las revistas de derecha como el Weekly Standard o el National Review o que las centristas como The New Republic.
"Bush es un excelente enemigo, muy rentable en todos sentidos," dice Marc Cooper, un veterano escritor de The Nation.
A pesar de todos estos avances de las fuerzas progresistas en la víspera de la elección presidencial de noviembre, lo que le sigue faltando a la izquierda es un proyecto viable y un líder sólido. Hoy, John Kerry es el candidato de la izquierda no tanto por mérito propio, sino porque no hay otro con posibilidades reales de sacar a Bush de la Casa Blanca.
Publicado en Reforma
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