
La izquierda: Siglo XIX o Siglo XXI
Jesús Ortega Martínez
26-03-08
Hemos transitado un camino sembrado de obstáculos, los cuales, no sin grandes esfuerzos, hemos podido superar para que, en el recuento final de estos casi 19 años de existencia, afirmemos que el balance es positivo.
Nunca antes, salvo en la etapa de gobierno del General Cárdenas, la izquierda en general había tenido tanta influencia en el acontecer político y en el rumbo del país.
El capital político que hemos acumulado los perredistas es muy importante y a pesar de no pocas opiniones en contrario, lo podemos hacer crecer hasta convertir a la izquierda en una gran fuerza no solo influyente, sino, además, determinante para el cambio y el mejor desarrollo democrático y de justicia para el país.
Sin embargo, parecería, que en lugar de seguir avanzando, en momentos como el actual, se nos impone, casi hasta aplastarnos, la pesada lápida de nuestro pasado.
Marx escribía a propósito de las revoluciones del siglo XIX: "La revolución social del siglo XIX no puede sacar su lírica del pasado, sino únicamente del futuro. No puede iniciar su tarea sino antes de deshacerse de toda adoración supersticiosa del pasado.
"Las revoluciones previas necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia para pasmarse con su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe permitir que los muertos entierren a sus muertos, para concientizarse de su propio contenido. Allí la frase desborda el contenido; aquí, (ahora) el contenido (debe) desbordar la frase".
Esta expresión de Marx se aplica, perfectamente, al dilema que vive el PRD en esta evidente crisis. El PRD ha crecido pero no puede alzar el vuelo y convertirse, en el siglo XXI, en la fuerza de gobierno alternativa a la derecha, porque ideológica y culturalmente no se atreve a superar a su pasado.
Las viejas ideas, muchas de ellas decimonónicas y las viejas prácticas autoritarias, muchas de ellas heredadas del socialismo antidemocrático (estalinismo) y del priísmo, continúan, especialmente en algunos perredistas, aprisionándolos hasta la asfixia.
La frase seca o la consigna hueca determinan nuestro comportamiento y anulan cualquier contenido. Un ejemplo de esto, es lo siguiente: "Los moderados son conservadores avispados" y en esta frase se pretende resumir el rumbo de la izquierda en el país.
De una frase, entonces, se deriva la consigna "fuera los moderados; nada con los modositos; los modositos son entreguistas y colaboracionistas; los moderados son calderonistas"; y comienza, no podría ser de otra manera, con ímpetu y frenesí, la cacería de "moderados" que para todo propósito son considerados "infieles".
El pasado encadena a la izquierda y la historia del siglo XIX, estudiada superficialmente, se traslada al siglo XXI. Los muertos no han enterrado a sus muertos. El dilema del PRD no es entre rudos y moderados, es entre el partido del pasado o uno que vea al futuro, con la mira en alto.
Publicado en el periódico El Porvenir
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