18 jul 2008

Nueva izquierda

Ezra Shabot
23-Feb-2007

La alternativa socialdemócrata de Nueva Izquierda tendrá necesariamente que romper con AMLO y los ex priistas, así como con la extrema izquierda del PRD. La izquierda mexicana, conformada por disidentes del PRI y militantes de las antiguas organizaciones marxistas, ha terminado por crear un conglomerado político que, en el PRD, no permite distinguir entre lo que es el intento de volver al nacionalismo revolucionario priista, y la propuesta de una izquierda dispuesta a renunciar al concepto de "revolución violenta" en aras de estructurar un movimiento democrático capaz de eliminar los vicios propios del estalinismo ideológico.

La fascinación por los caudillos (Cárdenas y López Obrador), junto con una estructura tribal en donde la eliminación del otro es una condición esencial para sobrevivir, ha generado un modelo incapaz de insertarse en el esquema de una propuesta institucional moderna, aceptable tanto a la sociedad, como a las élites del poder cuya fuerza es innegable. El caudillismo de López Obrador, su capacidad de atracción de masas, arrastró a una parte de la élite económica del país a una identificación con el líder, más por el temor que representaba no estar con él en una eventual victoria, que por una afinidad de intereses comunes.

Esto explica en parte la derrota de la izquierda. El sometimiento del partido a la voluntad de un caudillo incapaz de aceptar cuestionamiento alguno, y la convicción religiosa de éste en el sentido de no negociar con élites del poder que pudiesen representar en el futuro compromisos en el ejercicio de gobierno. Los dos niveles de organización electoral, el partidario, y el de las redes externas al partido, junto con el poder absoluto de López Obrador, llevaron a la izquierda a un desorden metodológico y al desconocimiento de los factores reales de poder existentes en la sociedad mexicana.

La derrota electoral, más allá de los mitos de fraude creados por AMLO, le demostró al PRD que ni el sometimiento total a la voluntad del caudillo, ni el rechazo a reconocer la fuerza de grupos de poder con intereses distintos al partido, pueden darles la oportunidad de alcanzar el poder. La respuesta de los gobernadores perredistas de alinearse a la institucionalidad democrática, y el intento de la tribu "Nueva Izquierda" de replantear la estrategia de mediano plazo, abren el camino para lo que podría ser la construcción de una izquierda moderna y realista, alejada de extremismo mesiánico, y de la cultura priista heredada por viejos y nuevos cuadros provenientes de las filas del PRI.

El alejamiento de este grupo del control de López Obrador será paulatino, como lo fue en el caso de Cuauhtémoc Cárdenas. Más aún cuando el tabasqueño intenta construir una alternativa política propia, al margen de un partido que parece no estar dispuesto a cometer el mismo error por segunda vez. Difícilmente los cuadros perredistas comprometidos con la construcción, la opción socialdemócrata moderna, podrán cobijar a radicales y ex priistas incapaces de romper con un pasado que, como fantasma, los acompaña en cada aventura política.

Hoy, todavía es temprano para escuchar la voz de la ruptura con AMLO y sus seguidores. El temor por la reacción del caudillo impide su expresión plena. Ya el secretario general Guadalupe Acosta lo planteó en el propio Consejo Nacional, cuando acusó a López Obrador de haber impulsado la candidatura de Ana Rosa Payán para luego dar marcha atrás ante las presiones internas y externas. Sin embargo, la fuerza del caudillo subsiste y el miedo a la disidencia limita la discusión partidaria.

Si finalmente las tendencias priistas y de extrema izquierda se imponen, el PRD no tendrá otra opción más que esperar la llegada de un nuevo caudillo, más prudente y realista que su antecesor, para poder ubicarse como una alternativa lo suficientemente atractiva en el 2009 y principalmente en el 2012. La apuesta es entre la construcción de una institucionalidad democrática, o la presencia de liderazgos más o menos coherentes y responsables capaces de evitar la debacle electoral a la que los lleva el dogmatismo ideológico y el autismo político.

Publicado por Reforma

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