Rincón Gallardo y el reflejo de Pereyra
Julián Andrade
2-sept.-08
El día que el Partido Mexicano Socialista anunció la declinación de Heberto Castillo en favor de Cuauhtémoc Cárdenas murió Carlos Pereyra. Recuerdo aquella tarde, un 4 de junio, porque lo anunció Gilberto Rincón Gallardo durante un mitin en el Hemiciclo a Juárez en la Ciudad de México. La voz poderosa de Rincón Gallardo se quebró por momentos, para anunciar la muerte de uno de los intelectuales más importantes de la izquierda mexicana. Rincón Gallardo había conducido con éxito un proceso complicado y no pocas veces tortuoso, hasta que se llegó a conformar una amalgama de corrientes e historias capaz de disputarle el poder al Partido Revolucionario Institucional. De eso hace 20 años. El PMS ya no existe, el Partido de la Revolución Democrática es un desastre y Rincón Gallardo también está muerto. Ninguna es una buena noticia para el pensamiento progresista. Pereyra fue mi maestro de filosofía política. Aquel año estudiamos en su curso, que impartía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, a Alexis de Tocqueville. Pereyra quería que entendiéramos el papel de las minorías en la democracia, el respeto que merecen y lo que sin duda aportan a una sociedad plural y moderna. También insistió en la necesidad de establecer compromisos básicos con la democracia y sus reglas, un asunto que se le complica y atraganta a muchos izquierdosos. No es casual recordar ahora a Pereyra y a Rincón Gallardo. Ambos estaban convencidos de que el futuro de la izquierda sólo podría ser entendido en la libertad y bajo serios compromisos éticos. En el año 2000 decidí votar por el Partido Democracia Social. La disputa por la presidencia estaba entre dos candidatos, el priista Francisco Labastida y el panista Vicente Fox. El abanderado presidencial del PDS, Rincón Gallardo, pretendía construir una alternativa de izquierda y un polo de pensamiento que tuviera influencia en las cámaras legislativas. Ya sabemos qué pasó. Ganó Fox y el intento de Rincón Gallardo no alcanzó para el dos por ciento de los votos, el rango mínimo para conservar el registro como partido. Una lástima, sin duda.
Publicado en Milenio
No hay comentarios:
Publicar un comentario