¿Revolución?
Francisco Garduño
7-03-09
Todos, nos interese o no la política y debido a los innegables lazos que nos unen, nos hacemos la misma pregunta: ¿Qué está pasando en Cuba?
Cuando para muchos parecía superado el trauma de la salida de Fidel y el arribo de su “mano dura” representada por Raúl, su hermano, se presenta una crisis que amenaza con convertirse en un cisma.
La humillante caída de Carlos Lage, como secretario del Consejo de Ministros, y de Felipe Pérez Roque, como ministro de Relaciones Exteriores, parece guardar notables similitudes con lo ocurrido hace justamente diez años con el entonces carismático canciller Roberto Robaina.
Robaina llegó al primer círculo del poder cubano en 1993, año en que, curiosamente, Carlos Lage fue nombrado vicepresidente del Consejo de Estado.
Los siguientes seis años fueron, aparentemente, de luna de miel en La Habana, pues Fidel mostraba una gran estimación por su canciller y en más de una ocasión insinuó la posibilidad de que se convirtiera en su heredero.
Sin embargo, el hombre que se hizo famoso por su buen gusto en el vestir, que contrastaba con el sobrio uniforme militar de Castro y sus seguidores más cercanos, cayó de la gracia y fue destituido de su cargo sin miramientos.
No hubo mayor explicación en ese momento y tuvieron que pasar tres años, cuando Robaina fue expulsado del Partido Comunista Cubano y perdió el resto de sus cargos honoríficos, para conocer pedazos de la realidad del caso.
Todo indica que Robertico, como se le conocía familiarmente en Cuba, cometió dos actos graves de deslealtad: uno, planear desertar, lo que nunca se comprobó, y otro, pretender encabezar un movimiento anticastrista apoyado por potencias extranjeras, cosa que tampoco se comprobó.
Lage aguantó sin problemas la destitución de Robaina como canciller y se mantuvo en los primeros círculos de Fidel para ser testigo de la llegada de Felipe Pérez Roque, quien a los 34 años, se convirtió en el sustituto de Robaina.
Es más, Pérez Roque tuvo como una de sus tareas iniciales ponerle hielo al tema de la expulsión de Robertico, tras lo cual comenzó una carrera que fue todo menos mediocre.
Pero a los diez años, cuando ya no está Fidel, Lage y Pérez Roque también cayeron de la gracia y de la misma forma humillante han sido destituidos de sus cargos, aunque en el caso de éstos hay un elemento perturbador, mientras a Robaina tardaron tres años en echarlo del partido y quitarle sus cargos honoríficos, a Lage y Pérez Roque les hicieron lo mismo en 48 horas.
Otro elemento alucinante es el intento de Fidel Castro de deslindarse de ellos, mediante un artículo periodístico, cuando hay archivos que demuestran que, al menos en el caso de Pérez Roque, Castro mismo pidió su nombramiento como canciller.
Las dudas acerca de lo que pasó se repiten en todo el mundo, para muchos se trata de un golpe de timón de Raúl Castro, eliminando a la gente de Fidel del entorno gobernante, pero para otros muchos se trató de un castigo a dos “traidores” que buscaban apoyos exteriores para iniciar un proceso realmente democratizador en la isla.
Publicado en Milenio
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