Héctor Aguilar Camín
18-05-09
Dice Diego Osorno, el excelente reportero de MILENIO, que el comandante Ramiro, del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), “dirige una columna de decenas de hombres que recorren pueblos y comunidades serranas buscando organizar una insurrección armada que acabe con la pobreza que azota a distintos lugares de Guerrero”. (MILENIO, 17/5/09)
La nota no dice cuántas decenas de hombres dirige el comandante Ramiro, quien declara: “Ya me piden que iniciemos la revolución”. Uno se pregunta quién le pide tal cosa. Eso sí está respondido en el reportaje. Dice el comandante Ramiro:
“Hace como tres años llegamos a una comunidad de Tierra Caliente y nos reclamaban unos compas, de entre 65 y 70 años, que cuándo se iba a iniciar la guerra, la revolución, porque ya no les iba a tocar verla. Y entre risas me decían: ‘Pero hay que hacerla, búscate a pura gente de tu edad, porque nosotros ya no corremos’”.
Los peticionarios serían miembros de la generación anterior de guerrilleros guerrerenses, la herencia del núcleo fundado por Lucio Cabañas, el Partido de los Pobres, al que el comandante Ramiro se incorporó cuando tenía 14 años (ahora tiene 33). Del Partido de los Pobres, nos informa Osorno, “emanan en buena medida el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el ERPI”.
El comandante Ramiro le ha hecho caso a sus compas viejos y va por la sierra llamando a la revolución con seguidores que “son muy jóvenes”, campesinos en su mayoría pero bien equipados, pues “se cubren el rostro con paliacate, usan uniformes de campaña, gorras americanas —cortesía de la migración—, cuernos de chivo, radios de comunicación y botas de campaña”.
La revolución que impulsa el ERPI, dice el comandante Ramiro, “es una lucha por las ideas y sobre todo para acabar con tantas injusticias”. Lo más cercano a una idea que hay en el discurso del comandante Ramiro es lo siguiente: “El día que la gente se dé cuenta de que el gobierno está actuando mal, ese día se va a derrumbar este cochino sistema capitalista”.
El mensaje central del comandante Ramiro no es cosa de broma. Dice: “Llamamos al pueblo a dejar la camita y la mujer, aunque no se quiera. Los invitamos a sumarse a la lucha armada. Yo sé que es muy duro, porque van a morir sus hijos… Pero yo digo que es el momento de la lucha armada, como cuando Zapata, que se iban todos a la bola”.
A veces uno tiene la impresión de que el tiempo se ha detenido en algunos puntos de México. La sierra guerrillera de Guerrero es uno de esos puntos: una sierra inmóvil.
Publicado en Milenio
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