Ciro Gómez Leyva
15-03-10
El ruido político de los últimos 15 días opacó el análisis de una serie de encuestas (Mitofsky, Reforma, GEA/ISA, entre otras) con resultados parecidos: el PRI tiene, por lejos, la mejor imagen, es considerado el partido que mejor gobierna y representa los intereses de la sociedad. No sorprende que en intención de voto esté dos a uno arriba del PAN y tres a uno de PRD-PT.
Pero hay de 20 a 27 por ciento de indecisos que se resisten a escuchar el canto de las sirenas tricolores. De ahí mi hipótesis de que la única posibilidad para que Enrique Peña Nieto, candidato del PRI (hoy supera a cualquier adversario por 30 puntos), no sea el próximo Presidente de la República radica en que surja un competidor que ilusione a la franja de indecisos.
Dudo que salga del PAN: no se ve a nadie de tamaño y las encuestas marcan que los ciudadanos ya le cobran caro al partido diez años de gobierno ineficaz. Andrés Manuel López Obrador mantiene el negativo más alto (-19), indicador que combinado con el de político más conocido (86 por ciento), hace que su victoria sea imposible: estadística electoral elemental, no iría más allá de 20 por ciento de los votos.
Marcelo Ebrard, en cambio, tiene una imagen positiva (+9) y los atributos para ser considerado el líder de una izquierda moderna, confiable, democrática. Sólo por él podrían llegar a optar los millones que no quieren votar PAN, PRI ni lopezobradorismo.
Pero pasan los meses y Marcelo no parece estar convencido de esto último. Y el tabasqueño presidente legítimo, menos.
La obsesión de López Obrador por ser candidato se irá convirtiendo, cada vez más, es una de las garantías del triunfo fácil de Peña Nieto.
Publicado en Milenio
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