17 jul 2010

Decadencia a la italiana

Joel Ortega Juárez

17-07-10

Estamos viviendo la decadencia del sistema político mexicano con grandes similitudes, y obviamente con sus diferencias, al desplome de la clase política italiana.

En el filme El Divo se dibuja el gran fresco de la decadencia política en Italia, que se inicia a partir del secuestro de Aldo Moro, por las Brigadas Rojas, en el momento que éste, como dirigente de la Democracia Cristiana, se aprestaba a firmar el Compromiso Histórico con el Partido Comunista, dirigido por Enrico Berlinguer; en esos días, Giulio Andreotti, Il Divo, opta por sacrificar a Aldo Moro en aras de la defensa de Italia de la amenaza soviética.

Para combatir la extraordinaria fortaleza de los poderes fácticos, incluida la mafia, el narcotráfico y el propio Vaticano, en Italia se intentó construir un Acuerdo de largo aliento entre dos partidos polares ideológicamente, Democracia Cristiana y Comunista, para quebrar el poderío de esas fuerzas oligárquicas y antidemocráticas.

No es nuestro caso. Cuando existe una impotencia del gobierno para cumplir sus más elementales funciones, recurre a la coartada de los llamados a la unidad nacional, ése está siendo el recurso de Calderón.

La suma impresionante de 25 mil muertos por la guerra contra el narco, impuesta a toda la sociedad, resulta aún más dramática cuando se observan las crecientes ejecuciones de todo tipo de autoridades políticas, judiciales y policiacas, incluyendo a candidatos de casi todos los partidos a distintos niveles de gobierno.

Una lectura superficial y oportunista de esta tragedia puede conducir a las proclamas demagógicas en torno a las propuestas de Estado, el diálogo nacional, todo con tal de mantener el mismo régimen político y repartirse el botín.

Esta crisis en curso no podrá resolverse con la exclusión de una sociedad tradicionalmente suplantada, como ha sido la mexicana. Paradójicamente, los avances conquistados han sido el resultado de movimientos y momentos cruciales, que no encontraron ni encuentran expresión en el sistema de partidos actual.

La decadencia en Italia culminó con la quiebra de los partidos demócrata cristiano y socialista, aquí estamos ante la probable restauración sin máscaras del PRI en 2012. Vivimos un gatopardismo. Simulación, no transición.

Para muchos puede sonar baladí el planteamiento de construir un movimiento civil y social autónomo, para hacer frente a la decadencia que padecemos, pero no existe otro camino viable político y pacífico para cambiar. ¿Hay otro?

Publicado en Milenio

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